Georgina Moreno es adulta mayor, y dice que los sentimientos más fuertes que ha vivido en estos tiempos de pandemia son la rabia y la pena. Y parte de eso tiene que ver con su imposibilidad de salir y tener que ver frustradas las ganas y las ansias que sentía todos los viernes unas horas antes de participar en el taller de teatro de la Fundación.
Pablo Vidal es el profesor de ese taller hace 4 años y cuando comenzó la pandemia, lo primero que hizo fue mantener contacto permanente con todo el grupo del taller, tal como lo han hecho todos los profesionales que trabajan en Personas Mayores de la Fundación. En algún momento pensó que sería una buena idea retomar las clases por video llamada pero tenía la inquietud de las posibilidades reales que tendrían ellos y ellos para eso. Finalmente supo que la mayoría de ellos manejaba teléfono con whatsapp y les propuso la idea de volver al taller a través de esta modalidad. De eso ya van tres semanas.
“El primer día lloré, me dio mucha alegría y pena también. Hacía tanto tiempo que no veía a mis compañeros que me emocioné mucho. Fue una sorpresa que nos pudiéramos contactar. Ese día conversamos de cómo estábamos y el profe nos mandó algunas tareas y actividades para la semana. Y gracias al taller he vuelto a sentir esas ansias de que sea viernes para poder asistir al taller, todos juntos de nuevo, aunque sea a través del teléfono”, dice Georgina.
La modalidad ha resultado exitosa y le ha permitido a Pablo intentar llevar a cabo la clase lo más parecida a lo que era presencialmente. Mantiene la duración de cerca de una hora y media donde realizan ejercicios de respiración, voz, movimiento, actividades en las que compartir experiencias y sentimientos que van nutriendo alguna futura construcción dramática que presentar a público abierto.
“Nunca había hecho una clase así y ha sido súper bonito. Si en algún momento pensé que podría ser un formato desconocido para ellos me di cuenta que no es así. Todos están súper familiarizados con el whatsapp”, explica Pablo y agrega: “Lo primero que hicimos fue conversar, escucharnos y en cada clase, donde no falta nadie, me doy cuenta de lo motivados que están y de lo positivo que ha sido el recomenzar”.